No existe un manual perfecto para educar niños. Para hacer que sus vidas sean perfectas y que dispongan, de esa dimensión esencial a la que todos aspiramos y que deseamos para ellos: la felicidad.
Sabemos que educar con amor es la piedra sobre la que asentar cada acción, cada palabra, pero en ocasiones no basta.
No es correcto por ejemplo darles a los más pequeños todo aquello que nos demandan o que desean.
Hay que poner límites. Tampoco sabemos muy bien cómo actuar para conseguir que sean más autónomos con sus cosas a medida que crecen, para que se responsabilicen de muchas cosas diarias que, poco a poco, les ayudará a ser más maduros.
Sabemos que educar no es fácil y que no todos los niños son iguales. Unos tendrán un carácter más fuerte, otros serán más introvertidos, pero como padres, debemos estar atentos a estas dimensiones para saber atender sus necesidades y aspirar a que el día de mañana, sean lo más felices posible, tengan la vida que tengan.
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